jueves, 21 de julio de 2011

Disculpe usted, señora

El tiempo no es el sanador de todas las crueldades, es el reflejo de la soledad y la tristeza en el rostro de algunos, pensar que con tan solo ver el reloj, notaba q los minutos se hacían siglos mientras que los agonizantes por el ruido tintineante de las agujas desesperaban por el espejo. Espero no ser imprudente señora, pues harto estoy de tanta injusticia, mal de amor, llantos, amistades quebradas y jamás para el dolor en el pecho. Sé que usted no debe entender a que me refiero, pues su rostro no parece agobiado por el paso de la vida, mientras que mis ojos son solo muestra de lo impuro que ha sido mi trayecto. Verá usted, soy muy sociable, pero a la vez tan dependiente de las calumnias y de otros maleficios que no podre por un largo lapso mirar a la cara a muchos de mis clientes. He engañado a casi todos aquellos que me regalaron esperanzas, y en vano fueron cada unos de sus agasajos por tanto se que nunca fui merecedor de tanta cortesía. Discúlpeme señora, usted aquí sentada al lado mío, en este asiento chillón se debe encontrar desconcertada, mire que venir a tener esta maliciada suerte de cruzarse conmigo, un hombre caído en puras desgracias, dignas del tiempo revoltoso en el que solemos encontrarnos. No merece tanta blasfemia. Caigo en lágrimas porque no tenga otra manera de agradecer su duración en esta plaza, un humano en estas condiciones es un peligro para cualquier miembro de esta culta sociedad.

Joven no se sienta tan desgraciado, todos aquellos viajeros de esta vida son nomás que propios testigos de los malos tiempos. La vida es atroz en ciertos momentos, pero las enseñanzas de tan complejas situaciones son la que los hace fuertes y sabios, no se deje engañar, esto recién empieza.

Atontado por las sabias palabras de aquella mujer que al principio era una simple desconocida, en ese instante me era tan familiar que podría jurar que vivía conmigo. Señora esto es infinitamente grande para mí. Debo agradecerle por amparar mis angustias en unas pocas palabras.

Tranquilo joven su vida recién comienza, no le prometo nada, pues no soy dios, si le prometo que alargare febrero y daré mas minutos en otoño para poder remediar mi mal trabajo. Gracias tiempo, esperemos que esta vez funcione.

Así termino la charla. Cada uno se fue caminando por su lado, sabiendo que esa conversación había sido la más importante para ambos, desde ahora yo sabía que tendría mas tiempo, y el mismo tiempo sabía que iba a cambiar.

1 comentario:

  1. Me gustan ciertos partes están muy redacta la charla en tono muy suave y constante, recorde a un escrito mio pero el mio es muy violento e irónico... aunque creo que se relacionan en el tema te paso mi blog asi lees mis escritos:
    http://abcdarios.blogspot.com/2011/08/epistola-al-fin-del-arco-iris.html

    saludos suerte.

    ResponderEliminar