miércoles, 8 de junio de 2011

Estaciones en mi vida

Las noches solitarias de Marzo me hacen pensar que los inviernos no son tan distintos a los otoños, y los amores de invierno son fríos en el verano, no cambian. Me pregunto porque Saley nunca me da esos abrazos fuertes que siempre quise que me dieran. Un día muy tentador le pregunté porque se alejaba poco a poco de mis palabras, ella sólo respondió que tenia que saber esperar, que la lúgubre sombra del tiempo debía llegar a su preciso lugar, y cuando eso sucediera, entenderia todo.
Los meses pasan a cuenta gotas, los árboles que habían empezado a deshojarse se encontraban cambiando sus vestimentas tristes por unos lujosos trajes en distintos tonos verdes, con algunos detalles de flores, marcando el inicio de una bella primavera, y ella no entonaba ninguna palabra. Tuve miedo de que ese silencio se marcara para siempre, entonces yo estaba forzado a comprender la situación sin pista alguna, me aterraba esta idea, mi mujer es un enigma universal.
La hermana de mi esposa, Marriot, suele llamarme a las 16:07 en punto todos los días, menos los jueves, que me llamaba a las 16:11, una joven muy puntual, nunca falla. Los datos que me daba sobre Saley eran increíbles, le gustan las flores amarillas y nunca me había enterado. Todas las comunicaciones entre ambos duran entre 3 y 5 minutos, cada día es una nueva revelación.
Las primaveras que juntos pasamos son indescriptibles, era alérgica al polen, pero tratábamos de obviar en su mayoría los espacios verdes, protegerla era mi primer trabajo, el resto quedaba siempre en lista de espera. En su mayoría, durante esta estación debía cuidarla más que nunca, pues solía siempre estar recuperándose de alguna gripe moribunda que se cazaba durante el invierno. Uh, invierno, esa etapa del año en la que uno se abriga hasta no poder caminar y la bufanda hecha a mano por la nona se mezcla con las fuertes ráfagas de viento. Unos exquisitos meses en los que desayunábamos juntos en la cama con la estufa prendida en lo alto, el almuerzo siempre se hacia cerca de algún rayito de sol, y la cena se encontraba como un estupefaciente al lado del hogar, una sensación placentera como deliciosa .
Mi relación se quebrantó en otoño, creo, cuando ella se dio cuenta de que mis sentidos y la naturaleza tan seca no tenían conexión. Me miro a la cara, con los ojos llorosos, tocaba mi rostro con cada parte de su esbelta mano, yo deje de verla para sentir la suave caricia que me estaba dando, y me sentí tan culpable por la situación que al volver en si, la vi de golpe mirando al suelo, una hoja que se encontraba allí.
-No entiendo como tus ojos no me ven como yo te veo, no comprendo la razón de este desencanto
No tenía palabras para responder, no sabía que notaba diferente ella en mí, pues yo me sentía igual. La amaba más que nunca, pues vendría luego el invierno y pasaríamos por esos plácidos lapsos juntos.
-Yo no he cambiado Saley, soy el mismo.
-No, no lo eres. ¿Hace cuánto que hablas con Marriot?
-¿Qué?
-Piensa, ¿Nunca se comunicó contigo para decirte algo?
Y volví a sorprenderme, si existió una charla pero fue una confesión intima que no voy a decirle.
-Si, hablamos. Amor fue solo una charla familiar. Conteste sobre nosotros, tu salud, la mía, las ganas de ver a nuestra suegra, nada más
Pude distinguir una risa cómplice, que en ese momento lo tome como un cumplido hacia mí, pero más tarde comprenderé que fue una burla a mis confesiones.
El tiempo pasó, y la siguiente estación fue la más cruel de todas. Estuvimos alejados, así como de la nada, ¡PUM!, como si una bomba nos dejara heridos a ambos y una trinchera dividiera nuestra cama, nuestra vida, todo lo que nos rodeaba. En una cena a secas, me atreví a preguntarle:
-¿Era esto lo que tanto me intrigabas en Marzo de aquel año? Porque si, Marriot me ha contado muchas cosas, pero principalmente aquellas que eran de tu agrado para sorprenderte cada día.
No contesto nada. Seguía comiendo. Mi angustia era aún mayor a ese silencio y me vi obligado a seguir hasta que hablara.
-¿Te cansaste de mi o es que nunca me amaste?, porque no entiendo en que me equivoque, porque lloras y no me dejas ayudarte.
Sus labios seguían sellados y ahora mi angustia se transformaba en furia.
-¡SALEY!- grité- Contéstame porque esto no va a terminar bien.
-No voy a darle más vuelta al asunto, no cambiare la situación ocultándote esto.
Y en ese instante, hubiera preferido que no me dijera nada, pero siguió.
-Tu me preguntas porque llevo unos años así, me cuesta mucho decirlo porque sabes que yo te amo, y fuiste testigo de que hice todo para que me olvidaras- dijo entre arduas lágrimas.
-Sí, lo sé. Eso fue mucho más doloroso de lo que crees, dimelo de una vez, ¿Hay otro?
-No, (titubeó), no pienses en eso. Es que no conoces nada de mí, no es de mí de quien te enamoraste Harnold. Soy una mala persona, nunca me volveras a hablar.
Ahora si que no entendía nada.
-Habla por dios.
-¿Recuerdas como te enamoraste de mí, como nos conocimos?
-Sí, nos mandamos muchas cartas, hablábamos siempre por teléfono, nos mandábamos regalos secretos para saber si nos conocíamos y siempre acertábamos. Desde que nos casamos has cambiado mucho.
-No Harnold, nunca he cambiado. Tu te has enamorado de Marriot, no de mí. Lo siento, los celos me ganaron. Estuve mal, te engañe, hice que mi hermana sufriera, que todos sufrieran, pero te amo, estoy locamente enamorada- En este instante Saley, quien antes era sutil y dulce, ahora era una demonio con cara de ángel que temblorosa acercaba sus brazos a mi cuello con intención de abrazarme, pero mis reflejos me impulsan a alejarla.
-Eres una maldita enferma!. ¿Cómo pudiste hacerme esto?, no lo puedo creer, siempre dude de tu forma de ser, jamás pensé que podrías provocar esta tempestad. Que lástima que me das, vete de mi casa ya.
Se arrodilla ante mí en un acto de desesperación, pero mi furia es más fuerte que su tristeza y en un forcejeo, la levanto del piso.
-No te humilles más, tente lástima, como yo te la tengo a ti.
Se marcha corriendo por la puerta del pasillo, y desorbitado decido llamarla a Marriot. Atiende el teléfono y mis lágrimas se hicieron millones.
-Marriot, ¿eres tú?
-Si Harnold, ¿Te ha pasado algo?
-Fuiste parte de este circo, es inentendible como tú que me amabas hayas permitido que tu hermana ocupara en mi vida el lugar que te pertenecía.
-Harnold, no lo entenderás nunca. No fue mi decisión, mi familia creyó que era lo mas correcto. Saley no tenía derecho a hacerte sufrir, pero yo me conformaba con hablarte todos los días unos minutos.
-Resulta que me enamore de una psicópata, y me case con su hermana. Soy un hombre abandonado de dios, no tengo otra definición a mi vida.
Corte el teléfono y huí a armar mis valijas, en ese instante me di cuenta que debia escapar por siempre de este dilema, había perdido los años más gloriosos y no iba a permitir que ellas me quitaran más.
Los días pasaron y mis abogados anularon mi matrimonio. Saley y Marriot son dos mujeres que juntas embriagaron de amargura mi pasado, gracias a dios, nunca más supe de ellas.
Los meses pasaron y se volvió pleno verano, pero en Moscú siempre es invierno, como los amores que antes contaba, pues si empiezan en invierno son fríos en el verano, no cambian.


domingo, 5 de junio de 2011

Simplemente

La ultima vez que se la vio, estaba envuelta en una sabana de seda, color amarilla, estampada con flores de colores pasteles, aunque no recuerdo bien cuáles eran. Estaba sentada en el banquito blanco junto al sauce llorón, árbol que los niños usaban como refugio, cuando se trataban de las escondidillas. Solía hablar a solas, nombrar incontables delirios acerca de la vida, o simplemente se limitaba a opinar del clima, aunque si alguien se le acercaba simplemente para dar cordiales saludos ella se ponía en blanco y buscaba limitaciones para responder esas palabras. Intimidable situación.
Su rostro era cuasi perfecto, sus ojos eran esmeraldas tan brillantes que podría decir que eran las piedras preciosas mas abstractas y deslumbrantes que un humano pudiera observar. Tenia manos muy sutiles, delgadas y sus dedos eran frágiles como una taza de porcelana. Podía pasarme horas y horas mirándola respirar, y no es que estaba enamorado, simplemente que ella me parecía tan pura y cristalina, que desde la primera vez que la vi, supe que nunca volveria a ver semejante belleza.
El único tesoro que tuvo antes de irse, fue su sonrisa, esa sonrisa que tenemos cuando somos pequeños, cuando aun no entendemos de que se trata la maldad, solo sonreímos, y no hay nada que nos impida hacerlo, es lo grandioso de ser pequeños. Pero ella no era una pequeña, sin embargo, tenia un sutil aspecto a una niña pequeñita, y eso hacia que todos aqui la amaramos sin amarla, un sentimiento encontrado, podria decirse. Algunos dicen que ella era una soñadora, que no tuvo otra opcion que quedarse soñando en las nubes blanquecinos de un cielo desencontrado. Es tan ilógico ese mismo cielo, que por las noches trato de ubicar mi mente en el espacio, para ver si ella se encuentra ahi, si nos dejo por ir al lugar mas desaparecido de las sensaciones.
No se a dónde se fue, algunos dicen que era un ángel, otros dicen que simplemente huyó en busco de otro sauce para crear nuevas fantasías. Yo, un simple hombre tan común, creo que simplemente desapareció, como desaparecieron sus sueños, esos sueños que otros frustraron sin ninguna explicación, simplemente porque sí. Hoy, puedo decir que le debo mucho a esa joven de ojos brillantes, me enseño la lección mas grande que un ser puede aprender, no pretendemos olvidarnos de lo que somos, solo que un sueño fragil dia a dia va perdiendo su color, y si alguien no te ayuda a retocarlo a cada instante, simplemente se destiñe.
Solo espero que ella no se haya desteñido, y que simplemente haya desaparecido.

jueves, 2 de junio de 2011

Colores

Como los colores absorben energía sobre tan inmenso territorio pasional es algo que no todos suelen admirar. Las serenas noches en las que me encuentro solo en un verano tan pleno como éste, son las luciérnagas las que me hacen pensar en la intensidad de las simples cosas. El verde titilar de sus colitas entre el espacio oscuro y negro de la espesura extraña.
Lo extraño, lo denso, todo eso es lo que me nubla la conciencia y en las tarde libres me suelo plantear que clase de espécimen creo tanta belleza, tantos colores. Colores que nos hacen recordar momentos, saborear gustos, admirar grandezas, o simplemente sentir amor.
Rojo pasión, verde manzana, rosa de frambuesa, como el rosa intenso de la tarta que mi abuela hacia por las tardes, mientras yo, un simple niño granjero, hacia los deberes de mi escuela.
Mi primero color: el azul. Mi primer momento: mis pies rozando la espuma del mar. Mis anecdotas: incontables, pero son muchas.
Todo lo primero que me marco la vida, eso es lo ultimo que deseo recordar, porque aqui, plantado en el ultimo instante recuerdo todo, todo lo primero. Lo primero de mis inicios, los pasos de mi vida, los felices, claro. Los tristes son amargos, son oscuros, y desde un principio, el negro nunca me agrado.