Los meses pasan a cuenta gotas, los árboles que habían empezado a deshojarse se encontraban cambiando sus vestimentas tristes por unos lujosos trajes en distintos tonos verdes, con algunos detalles de flores, marcando el inicio de una bella primavera, y ella no entonaba ninguna palabra. Tuve miedo de que ese silencio se marcara para siempre, entonces yo estaba forzado a comprender la situación sin pista alguna, me aterraba esta idea, mi mujer es un enigma universal.
La hermana de mi esposa, Marriot, suele llamarme a las 16:07 en punto todos los días, menos los jueves, que me llamaba a las 16:11, una joven muy puntual, nunca falla. Los datos que me daba sobre Saley eran increíbles, le gustan las flores amarillas y nunca me había enterado. Todas las comunicaciones entre ambos duran entre 3 y 5 minutos, cada día es una nueva revelación.
Las primaveras que juntos pasamos son indescriptibles, era alérgica al polen, pero tratábamos de obviar en su mayoría los espacios verdes, protegerla era mi primer trabajo, el resto quedaba siempre en lista de espera. En su mayoría, durante esta estación debía cuidarla más que nunca, pues solía siempre estar recuperándose de alguna gripe moribunda que se cazaba durante el invierno. Uh, invierno, esa etapa del año en la que uno se abriga hasta no poder caminar y la bufanda hecha a mano por la nona se mezcla con las fuertes ráfagas de viento. Unos exquisitos meses en los que desayunábamos juntos en la cama con la estufa prendida en lo alto, el almuerzo siempre se hacia cerca de algún rayito de sol, y la cena se encontraba como un estupefaciente al lado del hogar, una sensación placentera como deliciosa .
Mi relación se quebrantó en otoño, creo, cuando ella se dio cuenta de que mis sentidos y la naturaleza tan seca no tenían conexión. Me miro a la cara, con los ojos llorosos, tocaba mi rostro con cada parte de su esbelta mano, yo deje de verla para sentir la suave caricia que me estaba dando, y me sentí tan culpable por la situación que al volver en si, la vi de golpe mirando al suelo, una hoja que se encontraba allí.
-No entiendo como tus ojos no me ven como yo te veo, no comprendo la razón de este desencanto
No tenía palabras para responder, no sabía que notaba diferente ella en mí, pues yo me sentía igual. La amaba más que nunca, pues vendría luego el invierno y pasaríamos por esos plácidos lapsos juntos.
-Yo no he cambiado Saley, soy el mismo.
-No, no lo eres. ¿Hace cuánto que hablas con Marriot?
-¿Qué?
-Piensa, ¿Nunca se comunicó contigo para decirte algo?
Y volví a sorprenderme, si existió una charla pero fue una confesión intima que no voy a decirle.
-Si, hablamos. Amor fue solo una charla familiar. Conteste sobre nosotros, tu salud, la mía, las ganas de ver a nuestra suegra, nada más
Pude distinguir una risa cómplice, que en ese momento lo tome como un cumplido hacia mí, pero más tarde comprenderé que fue una burla a mis confesiones.
El tiempo pasó, y la siguiente estación fue la más cruel de todas. Estuvimos alejados, así como de la nada, ¡PUM!, como si una bomba nos dejara heridos a ambos y una trinchera dividiera nuestra cama, nuestra vida, todo lo que nos rodeaba. En una cena a secas, me atreví a preguntarle:
-¿Era esto lo que tanto me intrigabas en Marzo de aquel año? Porque si, Marriot me ha contado muchas cosas, pero principalmente aquellas que eran de tu agrado para sorprenderte cada día.
No contesto nada. Seguía comiendo. Mi angustia era aún mayor a ese silencio y me vi obligado a seguir hasta que hablara.
-¿Te cansaste de mi o es que nunca me amaste?, porque no entiendo en que me equivoque, porque lloras y no me dejas ayudarte.
Sus labios seguían sellados y ahora mi angustia se transformaba en furia.
-¡SALEY!- grité- Contéstame porque esto no va a terminar bien.
-No voy a darle más vuelta al asunto, no cambiare la situación ocultándote esto.
Y en ese instante, hubiera preferido que no me dijera nada, pero siguió.
-Tu me preguntas porque llevo unos años así, me cuesta mucho decirlo porque sabes que yo te amo, y fuiste testigo de que hice todo para que me olvidaras- dijo entre arduas lágrimas.
-Sí, lo sé. Eso fue mucho más doloroso de lo que crees, dimelo de una vez, ¿Hay otro?
-No, (titubeó), no pienses en eso. Es que no conoces nada de mí, no es de mí de quien te enamoraste Harnold. Soy una mala persona, nunca me volveras a hablar.
Ahora si que no entendía nada.
-Habla por dios.
-¿Recuerdas como te enamoraste de mí, como nos conocimos?
-Sí, nos mandamos muchas cartas, hablábamos siempre por teléfono, nos mandábamos regalos secretos para saber si nos conocíamos y siempre acertábamos. Desde que nos casamos has cambiado mucho.
-No Harnold, nunca he cambiado. Tu te has enamorado de Marriot, no de mí. Lo siento, los celos me ganaron. Estuve mal, te engañe, hice que mi hermana sufriera, que todos sufrieran, pero te amo, estoy locamente enamorada- En este instante Saley, quien antes era sutil y dulce, ahora era una demonio con cara de ángel que temblorosa acercaba sus brazos a mi cuello con intención de abrazarme, pero mis reflejos me impulsan a alejarla.
-Eres una maldita enferma!. ¿Cómo pudiste hacerme esto?, no lo puedo creer, siempre dude de tu forma de ser, jamás pensé que podrías provocar esta tempestad. Que lástima que me das, vete de mi casa ya.
Se arrodilla ante mí en un acto de desesperación, pero mi furia es más fuerte que su tristeza y en un forcejeo, la levanto del piso.
-No te humilles más, tente lástima, como yo te la tengo a ti.
Se marcha corriendo por la puerta del pasillo, y desorbitado decido llamarla a Marriot. Atiende el teléfono y mis lágrimas se hicieron millones.
-Marriot, ¿eres tú?
-Si Harnold, ¿Te ha pasado algo?
-Fuiste parte de este circo, es inentendible como tú que me amabas hayas permitido que tu hermana ocupara en mi vida el lugar que te pertenecía.
-Harnold, no lo entenderás nunca. No fue mi decisión, mi familia creyó que era lo mas correcto. Saley no tenía derecho a hacerte sufrir, pero yo me conformaba con hablarte todos los días unos minutos.
-Resulta que me enamore de una psicópata, y me case con su hermana. Soy un hombre abandonado de dios, no tengo otra definición a mi vida.
Corte el teléfono y huí a armar mis valijas, en ese instante me di cuenta que debia escapar por siempre de este dilema, había perdido los años más gloriosos y no iba a permitir que ellas me quitaran más.
Los días pasaron y mis abogados anularon mi matrimonio. Saley y Marriot son dos mujeres que juntas embriagaron de amargura mi pasado, gracias a dios, nunca más supe de ellas.
Los meses pasaron y se volvió pleno verano, pero en Moscú siempre es invierno, como los amores que antes contaba, pues si empiezan en invierno son fríos en el verano, no cambian.
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