lunes, 19 de marzo de 2012

Inconsciencia destructiva

Lo creía superior a mi conocimiento, siendo yo la única capaz de sujetarme a ideales abstractos, de esos a los que me someto cuando siento que la soledad me acaricia de a poco. El tiempo me hará testigo de mi credibilidad, y soltará esa curiosidad que cuando alguien responde mis miradas, desaparecen.

La brisa del verano se asoma de apoco, y sigo sentada en la misma silla que en invierno, para recordar los momentos vividos, y que los años no se me pasen sin haber existido en cada instante, aunque simplemente sea sobre una silla. Las mujeres que mi inconsciente ha creado se han alejado tan dispersamente de la realidad, que estuvieron más veces con él, que mi yo misma, cosa que me pone de tan mal humor, que produce en mí una satisfacción el saberlo. Su poder era disperso, cuanto más cerca se encontraba de mí, mas lejos se topaba mi espíritu de mi cuerpo.

Las lunas que vi pasar me recordaban la invención que por mi transitaba cuando se aferraba la alucinación de la inspiración, metódico paseo que mi mente se animaba a deslizar, solo si la mañana era soleada, el resto ddel día nunca me interesó del todo. Mi inconsciencia, ese tesoro guardado que solo descubro en mis sueños, aquel que no responde a mis suplicas del saber, la plena absolución de todos mis errores, y la adulación de todos mis penares, ese mismo, hombre tan presente como imaginario, es el que aun no me consuela la desdicha existencia. Nunca creí que el amor fuera tan grande, pues ni siquiera yo soy tan capaz de la voracidad de las cosas, cómplice en todo y extraña de nada, me estimo a creer que el silencio es parte de la definición. No me consta si la pesadez también lo es, o si las mariposas que revolotean durante la primavera a vista de los enamorados podría serlo, solo sé que aquel tesoro todo lo sabe, todo lo tiene, y es quien me ha devorado por completo, me estima, me cree superior, y cuando te sientes diferente, es cuando te sientes enamorado. Conclusivamente estoy enamorada del inconsciente, a quién cuando aún sintiéndolo un ser poderoso, sigo presagiando su tenacidad.

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